Convivir
con perros y gatos ayuda a disminuir el estrés, la tensión arterial y la
frecuencia cardíaca. No sólo eso, los estudios constatan que esa compañía
mejora los niveles de las hormonas asociadas al bienestar y ayuda a que aumente
nuestra autoestima.
Prácticamente
la mitad de los hogares sabe qué implica tener un animal de compañía. No sólo
en cuanto a los cuidados y condiciones que requiere, sino al vínculo especial que
se establece entre el animal y las personas que conviven con él. Un vínculo que
los expertos no dudan en calificar como peculiar y beneficioso y que puede
variar según se trate de un niño, un adolescente, de una persona madura o una
de edad más avanzada.
Según
María Luisa Ferrerós, neuropsicóloga, directora de la unidad de psicología
clínica y parenting de Clínica Diagonal, en esta peculiar relación se pueden
desarrollar sentimientos de empatía y respeto. Se impulsa el desarrollo de la
autonomía y la responsabilidad. Y muchos más beneficios, y no en pocas
personas. Según la Fundación Affinity (organización dedicada a promover el
respeto y la sana convivencia con animales de compañía), en el 46% de los
hogares conviven personas con animales de compañía, la mayoría con perros y
gatos, “y esta cifra va en aumento, lo que pone de relieve que muchas personas
tienen fuertes lazos afectivos con las mascotas con las que comparten su
vida”.¿Qué tipo de vínculo se produce y por qué sucede?
“Es
difícil hablar de un mecanismo particular que se desencadena en los vínculos
entre animales y personas. Sencillamente se produce una peculiar conexión,
especial y profunda, y eso nos descoloca”, confiesa María Carmen Castro,
psicóloga, experta en asistencia de terapia con animales en la Asociación
Hydra. Tanto es así, que según un estudio presentado el pasado mes de julio por
el Observatorio de la Fundación Affinity en colaboración con la Universitat
Autònoma de Barcelona sobre el vínculo entre personas y animales de compañía,
el 63% de las personas que tienen un animal en su casa le confiesa cosas que no
explica a nadie más. María Carmen Castro explica que en el caso de los perros,
es fácil que esto suceda porque “te acepta tal cual, lo tienes ahí siempre, es
incondicional, no te regaña…”. Las personas no se sienten juzgadas por los
animales y parece que ciertos complejos se desvanecen ante ellos y, además, las
muestras de afecto se hacen más evidentes.
Muestras
del vínculo No sólo son depositarios de secretos, los dueños de perros también
muestran afecto y los besan. Jaume Fatjó, director de la cátedra Fundación
Affinity Animales y Salud, y presidente del Colegio Europeo de Bienestar Animal
y Medicina del Comportamiento, comenta que según el estudio mencionado
coordinado por él, un 76% de los encuestados asegura que besa a su animal como
mínimo una vez al día y un 85% lo abraza habitualmente. También han constatado
que nueve de cada diez propietarios están convencidos de que si todos le
abandonaran, su perro seguiría a su lado. Para las personas mayores es un
motivo para levantarse cada día para cubrir sus necesidades. Y en el caso de
los más pequeños, por extraño que suene, ocho de cada diez niños prefieren
jugar con su gato o su perro antes que con los videojuegos, explica Jaume
Fatjó.
Las
muestras del vínculo no sólo varían según las edades. También afectan al sexo,
o si las parejas tienen hijos o no, según refleja otro estudio también
realizado por la citada fundación conjuntamente con el Instituto de
Neuropsiquiatría y Adicciones del Parc de Salut Mar. “Las mujeres muestran
puntuaciones más elevadas que los hombres en los aspectos afectivos de la
relación. Hombres y mujeres se comportan de forma similar a la hora de jugar o
de dar a su perro una golosina. Sin embargo, las mujeres se muestran más
afectuosas y le compran regalos con más frecuencia que los hombres. Y en
referencia a la estructura general de la familia, las personas sin hijos se
muestran particularmente cercanas a su perro en el plano emocional. Sin
embargo, consideran que tener una mascota afecta más a su calidad de vida que
las personas con hijos, en la medida en que ello limita la realización de
determinadas actividades. Aun así, su grado de satisfacción por convivir con un
animal de compañía es muy elevado”.
El
papel de perros y gatos va mucho más allá del de simple animal de compañía,
según Fatjó. Nueve de cada diez personas encuestadas subrayan que su perro
siempre está ahí cuando necesitan consuelo, afecto, seguridad o motivación. Y
en los más pequeños, los lazos afectivos con el animal de compañía son los que
mejor les hacen superar la sensación de miedo o tristeza, pues el niño recurre
de forma habitual a su mascota para abrazarla y encontrar alivio en estas
situaciones. “Este comportamiento se repite cuando al niño se le presenta un
problema, ya que busca a su perro o gato como fuente de consuelo en la misma
medida que a sus padres”. María Luisa Ferrerós explica que los animales de
compañía “pueden llegar a convertirse en imprescindibles para superar las
diferentes etapas vitales, sea en la infancia, adolescencia, la madurez o la
ancianidad”.
Niños
pequeños: Se establece una relación de complicidad y protección muy beneficiosa
que redunda en una mayorseguridad y autoestima. Es su mejor amigo.
Época
adolescente: Ayudan a superar la timidez e inseguridad propia de la etapa por
la que atraviesan. Son un apoyo en los momentos de soledad, depresión o
rebeldía.
Edad
adulta: Mejora la comunicación verbal y aumentan las expresiones faciales
positivas. En parejas jóvenes sin hijos es un entreno para sus
responsabilidades familiares futuras.
Personas
mayores: No sólo les hace compañía, sino que se sienten más útiles porque
tienen que responsabilizarse de sus necesidades. Les obliga a salir de casa y
les estimula la mente.
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Fuente:
https://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20131122/54393704768/el-vinculo-afectivo-con-los-animales.html
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